martes, 23 de junio de 2015

¿Cómo detectar a un manipulador?


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Son personas que a menudo se disfrazan de corderos pero que en realidad son lobos dispuestos a atacar donde más te duele con tal de lograr sus objetivos. No dudan en pedirte que antepongas sus necesidades a las tuyas y ni siquiera se sienten agradecidos cuando lo haces. Los manipuladores juegan con tus emociones, generan un profundo sentimiento de culpa y una falta de confianza en tus capacidades, de manera que terminas siendo una pieza más dentro de su juego. 

La manipulación psicológica implica ejercer una influencia a través de la distorsión mental y la explotación emocional, con la clara intención de tomar el poder o el control y obtener algunos beneficios o privilegios a expensas de la víctima. El manipulador es consciente de sus actos, actúa deliberadamente creando un desequilibrio de poder que le permite inclinar la balanza a su favor y explotar a la otra persona.

Cuando esta situación se repite a lo largo del tiempo, corres el riesgo de llevar una vida que no es la que deseas pues, sin darte cuenta, te has puesto a sus órdenes y has supeditado tus necesidades y deseos a los suyos. 

¿Cómo actúa un manipulador?


En muchas ocasiones la persona manipuladora es alguien cercano, alguien que incluso estimamos, por lo que no siempre es fácil desvelar sus verdaderas intenciones. No obstante, lo cierto es que la mayoría de los manipuladores tienen unmodus operandi similar, un patrón de comportamiento que se repite continuamente:

1. Son verdaderos especialistas en detectar tus debilidades. Todos tenemos puntos débiles, defectos o aspectos de los cuales no nos sentimos particularmente orgullosos o seguros, los manipuladores tienen una especie de sexto sentido para descubrir esas debilidades y usarlas a su favor.

2. Urden un plan para alcanzar sus intereses. Las personas manipuladoras no suelen tener muchos escrúpulos morales, una vez que detectan tu punto débil, lo usarán para manipularte. En su mente se activa un mecanismo maquiavélico para urdir el plan que te hará renunciar a tus necesidades y valores, anteponiendo los suyos. De esta forma, y prácticamente sin darte cuenta, caes en sus redes.

3. Para sentirse satisfechos, necesitan cada vez más. La manipulación es poder, y este puede llegar a ser tan adictivo como cualquier droga. Por eso, una vez que el manipulador ha apresado a su víctima, la utiliza para lograr sus fines cada vez que puede, a menos que la persona ponga fin a esa explotación. Un manipulador no suele dejar libre a sus presas, sino que intenta exprimirlas al máximo pidiendo sacrificios cada vez mayores.

Los tipos de manipuladores


- La víctima. Se trata de un tipo de manipulación muy común pero también muy difícil de detectar porque la persona asume el papel de víctima y te endilga el rol del verdugo. Para estas personas, los demás siempre tienen la culpa, ellos son pobres víctimas humilladas y maltratadas. Con este discurso, despiertan tu sentimiento de culpa y te manipulan.

- El dependiente. Este manipulador se coloca una máscara de persona débil e impotente, que depende de los demás. Sin embargo, detrás de esa apariencia de cordero realmente se esconde un lobo que manipula abiertamente los sentimientos enviando un mensaje muy claro: “no me debes defraudar”. 

- El agresivo. Se trata de personas con mal carácter que pueden explotar en cualquier momento. Su estrategia de manipulación es muy sencilla: se encargan de demostrarte que son los más fuertes, de tal forma que tu personalidad se diluye pues sabes que cualquier paso en falso puede dar lugar a una pelea.

- El interpretador. Se trata de una persona que, a primera vista, parece estar de tu parte, pero utilizará continuamente tus palabras contra ti. Son expertos en manipular la información y ponerla a su favor, en encontrar intenciones ocultas en los mensajes y actos, así generan un sentimiento de culpa por algo que nunca has dicho o hecho.

- El sarcástico. Estos manipuladores no ponen sus cartas sobre la mesa sino que prefieren jugar a buen resguardo. Por eso sus técnicas son los comentarios sarcásticos, las críticas veladas y las humillaciones. De esta forma demuestran su superioridad, te denigran y logran manipularte a su antojo.

- El proyector. Estas personas creen que son perfectas y que los demás están llenos de defectos. Por tanto, cada vez que pueden, te hacen notar que te has equivocado o que no has cumplido con sus parámetros, generando así una gran inseguridad y falta de confianza que juega a su favor ya que ellos se erigen como buenos mentores o jueces supremos.

¿Cómo detener a un manipulador?


1. Conoce tus derechos fundamentales

El primer paso para hacerle frente a un manipulador es ser consciente de que tus derechos están siendo violados. Los debes defender, pero sin hacerle daño a los demás. Concientiza que:

- Tienes derecho a ser tratado con respeto.

- Tienes derecho de expresar tus sentimientos, opiniones y deseos.

- Tienes derecho a establecer tus propias prioridades.

- Tienes derecho a decir "no" sin sentirte culpable.

- Tienes derecho a protegerte ante una amenaza física, mental o emocional.

- Tienes derecho a crear una vida propia.

2. Mantén la distancia

Las personas manipuladoras a menudo se mueven entre los extremos. Es decir, tienen dos caras, pueden ser muy amables con algunos y extremadamente groseros con otros, pueden parecer indefensos y al instante siguiente, comportarse de manera agresiva. Si conoces a una persona así, lo mejor es mantener la distancia porque es probable que se trate de un manipulador. 

En el caso de que ya hayas caído en sus redes, intenta minimizar el contacto. No se trata de huir pero no hay necesidad de exponerse innecesariamente a sus ataques.

3. Evita culparte

Una de las estrategias del manipulador consiste en despertar un sentimiento de culpa en su víctima. Sin embargo, si están vulnerando tus derechos, debes ser consciente de que la víctima eres tú y que no tienes por qué sentirte culpable. Si no llevas esta situación al plano emocional, el manipulador habrá perdido la batalla. Pregúntate:

¿Estoy siendo tratado con respeto?

¿Las expectativas y demandas de esa persona son razonables?

¿Se trata de una relación en la que solo uno da y el otro no entrega nada a cambio?

¿Me siento bien conmigo mismo en esa relación?

Tus respuestas te darán pistas importantes porque te permitirán evaluar si el "problema" en la relación eres tú o la otra persona.

4. Devuelve las preguntas

A veces, para desenmascarar a un manipulador es suficiente con hacerle unas cuantas preguntas, estas le indicarán que no eres una persona fácil de manipular y que conoces sus intenciones, aunque intente ocultarlas. Por ejemplo:

¿Te parece una petición razonable o justa?

Según tú, ¿qué tendría que responder?

¿Me lo estás pidiendo o solo me lo estás comentando?

Estas preguntas hacen que el manipulador se mire al espejo y pueda ver la verdadera naturaleza de su estratagema. Si esa persona tiene cierto grado de conciencia, probablemente retirará la demanda y dará marcha atrás.

5. Usa el tiempo a tu favor

Los manipuladores a menudo realizan demandas irracionales y presionan para obtener una respuesta inmediata porque saben que si reflexionas sobre ello, es probable que te niegues a cumplir sus deseos. Por eso, puedes usar el tiempo a tu favor, cuando te hagan una propuesta respóndeles: "Voy a pensar en ello".

Luego, tómate el tiempo que necesites para evaluar los pros y los contras, con serenidad y sin sentirte presionado.

6. Di “no” con firmeza

Los manipuladores son expertos leyendo el lenguaje extraverbal así que si les das un “no” tibio o inseguro, lo notarán y volverán a la carga. Por tanto, cuando no puedas cumplir sus demandas, dilo claramente y sin titubear. No des demasiadas excusas porque te hará parecer indeciso y puede indicar que sientes culpa por la negativa. Simplemente di: “lo he pensado pero no lo voy a hacer”.

Fuente:  Rincón de la Psicología

Prsonas Víricas

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Personas víricas que consumen energía

Llegan, nos contagian sus emociones negativas y nos dejan sin fuerzas.

Defenderse y protegerse de este tipo de personas es una obligación.

Parar los pies a los víricos victimistas no es abandonarles sino invitarles a tomar las riendas.

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ILUSTRACIÓN DE JOSÉ LUIS ÁGREDA
Seguro que usted se ha visto alguna vez en esa situación en la que después de mantener una conversación con un amigo se ha sentido desolado, ha contemplado el mundo con más tristeza y menos entusiasmo que antes de empezar la conversación, o ha pensado: “Madre mía, a este amigo no le pasa nada bueno, siempre tiene una queja”. Y en situaciones extremas, ha escuchado el teléfono, ha visto el nombre de la llamada entrante y ha dejado de atenderlo porque sabe que esa persona, de alguna manera, le va a complicar la vida: le va a contar un nuevo problema o seguirá hablando de su monotema, por lo general con temática “desgracia”. La pregunta que uno se plantea siempre después de pasar un rato con las personas víricas es: “¿Y yo qué necesidad tengo de estar oyendo esto?”.
¿Quiénes son las personas víricas? Aquellas que llegan y le contagian de mal humor, de tristeza, de miedo, de envidia o cualquier otro tipo de emoción negativa que hasta ese momento no se había manifestado en su cuerpo. Es igual que un virus: llega, se expande, le hace sentir mal y cuando se aleja, poco a poco, usted recobra su estado natural y, con suerte, lo olvida.
El origen de la persona vírica puede ser variado: el mal genio, la envidia, la falta de consideración, el egoísmo, la estupidez o la falta de tacto. Lo importante es verse con recursos suficientes para protegerse del contagio. El mundo está lleno de personas víricas de diferentes tipologías, unas menos dañinas y otras malévolas que dejan memoria y cicatriz.
Víricos pasivos. En esta categoría incluyo a los victimistas, los que echan la culpa de todo su mal a los que tienen alrededor, nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Si les escucha y a usted le va bien, llegará a sentirse mala persona por disfrutar de lo que los victimistas no tienen. Y no porque no tengan posibilidad de hacerlo, sino porque han aprendido a obtener la atención a través de la queja y eso es cómodo. Se sienten maltratados por la vida y abandonados de la suerte. Por supuesto, le hacen sentir mal a quien no les presta la atención de la que se creen merecedores. Con estas personas sufrirá el contagio del virus tristeza, frustración y apatía.
“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien” (Víctor Hugo)
Víricos caraduras. Son los que siempre le pedirán favores, pero a la vez no son capaces de estar atentos a sus necesidades. No mantienen relaciones bidireccionales en las que entreguen tanto como reciben. Tiran de otros sin preguntarles si están bien, si necesitan ayuda, si les viene bien prestársela en ese momento. Son egoístas y egocéntricos, y en el momento en el que se deja de satisfacer sus necesidades comienza la crítica y el chantaje emocional. Con estas personas sufrirá el contagio del virus “siento que abusan de mí”, aprovechamiento y resignación.
Víricos criticones. Viven de vivir la vida de otros porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para hablar de ella, así que destrozan todo lo que les rodea. No espere palabras de reconocimiento hacia los demás ni que hablen de forma positiva de nadie, porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. No saben competir si no es destruyendo al otro. Arrasan como Atila. Con estas personas sufrirá el contagio del virus desesperanza, vergüenza, incluso culpa si participa en la crítica. Y la culpa luego arrastra al virus del remordimiento.

Compañías peligrosas

ILUSTRACIÓN: JOSÉ LUIS ÁGREDA
Frase
– “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”, de William Faulkner, narrador y poeta estadounidense, premio Nobel de literatura en 1949.
Canción
– ‘Las malas compañías’, de Joan Manuel Serrat.
Película
– ‘Las amistades peligrosas’, con Glenn Close, John Malkovich,
Michelle Pfeiffer, Keanu Reeves y UmaThurman.
Víricos con mala idea.Manténgalos bien lejos. Están resentidos con la vida, ya sea porque no han sido capaces de gestionar la suya o porque la suerte no les ha acompañado. Anticipan que las personas son interesadas y no esperan nada bueno de ellas. Todo lo interpretan de forma negativa, a todo el mundo le ven una mala intención. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo les debiera algo. No soportan que otros tengan éxito, esfuerzo y fuerza de voluntad, porque estas actitudes de superación les ningunean todavía más. Con estas personas sufrirá el contagio del virus indefensión, inseguridad, impotencia y ansiedad.
Víricos psicópatas. Para los que no lo sepan, no hace falta ser asesino en serie para ser un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, remordimiento y sin pasarlo mal. De estos hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto a propósito, pegan, amenazan y provocan que se sienta ridículo, menospreciado, y se cargan la autoestima. Ante ellos, salga corriendo, porque el que lo hace una vez, repite. Si le permite que le maltrate, usted terminará pensando que ese es el trato que merece. Con estas personas sufrirá el contagio del virus miedo y odio. Muy difícil de erradicar, perdura durante mucho tiempo en su memoria.
Mecanismos de defensa. Para evitar el contagio de los víricos victimistas, lo primero que hay que hacer es pararles. Decirles que estará para ayudarles a tomar decisiones y solucionar problemas, pero no para ser el pañuelo en el que ahogan sus penas sin implicarse. Estas personas se acostumbran a llamar la atención con sus desgracias, pero son incapaces de responsabilizarse y actuar porque optan por el camino fácil: llorar.
Dígale que estará encantado de ayudarle siempre y cuando se movilice. Y si no lo hace, decida alejarse de alguien que ha tomado la decisión de ser un parásito toda la vida. No lo está abandonando, le está dando aliento para que actúe. Si decide no tomar las riendas de su vida, ser su paño de lágrimas, tampoco será una ayuda. Se gasta la misma energía quejándose que buscando soluciones. La primera opción consume y resta, y la segunda suma.
“La tristeza del alma puede matarte 
mucho más rápido
que una bacteria”
(John. E. Steinbeck)
Ante el virus de pedir, el antivirus de decir no. Si usted no hace prevalecer sus necesidades y prioridades, ellos tampoco lo harán. Una cosa es ser solidario y otra muy distinta estar a disposición de todos y no estar nunca para uno mismo.
No permita que la persona vírica criticona haga juicios de otras personas que no estén presentes. Si lo hace con otros, también lo hará cuando usted no esté presente. No entre en su juego ni se identifique con esa conducta. Dígale que no le gusta hablar de personas que no están presentes. Y si se trata de rumores, dígale que no tiene la certeza de que el rumor sea cierto. Los rumores, la mayoría de las veces, son infundados, falsos o exagerados. Se propagan como el viento, y a pesar de que luego se compruebe que son falsos, el daño ya está hecho. Actúe como le gustaría que lo hicieran, con respeto, discreción y veracidad. Es más importante ser ético que evitar un conflicto con un criticón.
Y por último, no permita que nadie le falte al respeto y mucho menos le maltrate ni psicológica ni físicamente. Como personas, todos merecemos un trato digno. Hágase valer. Pida ayuda, póngase en su sitio, no consienta una segunda oportunidad a quien le ha hecho daño. El que le daña no le quiere; olvídese de justificarle por su pasado, su carácter, su educación, el alcohol o sus problemas. Nada, absolutamente nada, autoriza la falta de respeto y el maltrato físico y psicológico. Y esto es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.
Rodéese de personas de bien, que le quieran y que se lo demuestren, que le hagan feliz, con las que salga con las pilas recargadas. Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar. Hay mucha gente dispuesta a ello. No las deje escapar. Las personas estamos para ayudarnos, somos un equipo.
 
Fuente: El País
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Tácticas de abuso emocional que suelen pasar inadvertidas

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El abuso no solo es físico, también es emocional, mental y verbal. Sin embargo, mientras que la violencia física es obvia, otros tipos de abuso son más sutiles y difíciles de detectar, incluso para la persona que está siendo sometida.

Además, el principal problema es que a menudo el abuso emocional es cometido por una persona cercana, a la que queremos y de la que no esperamos semejante comportamiento. Por eso, cuando nos damos cuenta es porque ya estamos enredados en la tela de araña que ha construido a nuestro alrededor.

Todo suele comenzar con un comentario casual sobre un tema intrascendente, como el color de las cortinas, los platos por lavar o llevar el coche al mecánico. Esa persona se encargará de sacar de contexto la situación y, en vez de limitarse a señalar un hecho, realizará una acusación para que el otro se sienta mal.

Obviamente, cuando alguien se siente acusado, lo más usual es que intente defenderse exponiendo sus razones. Sin embargo, no servirá de nada porque el acosador no pretende entender o solucionar el problema, tan solo quiere atacar. En realidad, su objetivo no es que la otra persona lave los platos o que lleve el coche al mecánico, esta es únicamente una excusa para comenzar el juego de la manipulación y darle rienda suelta a su ira.

Marionetas en las manos de otros: Las técnicas de manipulación más dañinas


1. Gaslighting. Este término proviene de la obra de teatro “Gas Light”, en la cual el protagonista intentaba convencer a su mujer de que estaba loca, manipulando diferentes objetos de su entorno e insistiendo en que estaba equivocada cuando ella le hacía notar esas variaciones. 

En la práctica, esta persona se dedica a presentar falsa información, para hacernos dudar de nuestra memoria y percepción y, en última instancia, incluso de nuestra cordura. El abusador suele comenzar negando que determinados eventos hayan ocurrido, hasta llegar a escenificar situaciones raras que desorientan a su víctima. De esta forma, terminamos dudando incluso de lo que dijimos un minuto atrás.

2. Silencio. El silencio también se puede utilizar como una táctica de abuso emocional. De hecho, la indiferenciaasociada al silencio causa profundas heridas emocionales porque no solo aumenta el nivel de ansiedad en la víctima sino que también daña profundamente su autoestima y provoca una enorme inseguridad.

El abusador usa el silencio para castigar a su víctima, simplemente no responde, se muestra frío y distante. De esta forma, tensa al máximo la cuerda, hasta que la otra persona no puede más y termina disculpándose por algo que no ha hecho. Así el abusador logra su objetivo: dominar y manipular jugando con las emociones. 

3. Proyección. Básicamente, se trata de un mecanismo de defensa a través del cual les atribuimos a otras personas deseos y sentimientos que son nuestros pero que no reconocemos como propios porque desequilibrarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, al proyectarlos sobre otros, nos sentimos aliviados.

En el abuso emocional, la persona lo que hace es proyectar sobre su víctima sus propias inseguridades, miedos y problemas. Por eso, acusará a la otra persona de mentir, cuando en realidad es él quien miente, o le acusará de ser infiel, cuando en verdad es ella la que traiciona. En práctica, se trata de descargar su responsabilidad sobre el otro, para crear confusión y cambiar su autoimagen, diseñándola a su imagen y semejanza. 

4. Intimidación encubierta. La persona que recurre a las tácticas de abuso emocional no suele emplear la agresividad y la violencia, al menos no de forma evidente porque su principal objetivo es manipular a su víctima sin que su imagen se vea dañada. Por eso, en muchos casos suele recurrir a la intimidación encubierta.

Es fácil percatarse porque su discurso está plagado de amenazas indirectas, que quedan implícitas en sus palabras. De esta forma, le deja claro a su víctima cuáles serían las consecuencias de sus acciones y, de paso, puntualiza que la responsabilidad es únicamente suya, se lava las manos. Por ejemplo, puede decir: “entiendo que no hagas nada, pero así terminarás con nuestra relación” o “si no inviertes ahora mismo, perderás todo tu dinero”.

5. Victimismo. Cuando todas las tácticas anteriores fallan, el abusador suele recurrir al victimismo. En práctica, descarga su responsabilidad en el otro, haciéndose pasar por la víctima de la situación. De hecho, incluso es común que terminemos compadeciéndonos y sintiéndonos mal por nuestro comportamiento, cuando en realidad no hemos hecho nada malo.

De esta forma el abusador genera un sentimiento de culpa que mantiene a la víctima atrapada en su tela de araña. La empatía nos hace caer en sus redes y, al convertirnos en el “malo de la película”, somos más proclives a ceder a sus demandas. Así nos manipula sin que seamos conscientes de ello. Frases típicas de este tipo de manipulación emocional son: “con todo lo que he hecho por ti y así es como me pagas” o “me he sacrificado por ti y no lo consideras”.

Posdata: Recuerda que la manipulación emocional es un juego muy peligroso, donde siempre hay alguien que sale dañado. Por eso, apenas notes alguna de estas tácticas, ponles freno. De la misma forma, considera que en ocasiones somos nosotros quienes usamos inconscientemente alguna de estas estrategias, quizás porque tenemos miedo de perder a la persona que amamos o porque no tenemos suficientes argumentos. En ese caso, haz un examen de conciencia porque la manipulación nunca es la mejor alternativa.

Fuente:
http://www.rinconpsicologia.com/

lunes, 29 de abril de 2013

Sexualidad Infantil, Un Occidente Enfermo, y un Contexto Freudiano...



Ensayos sobre las conferencias IV y V de S. Freud,
pronunciados  en  la Clark University, de Massachusetts,  en 1909.

Antes de comenzar el escrito, quisiera dejar en claro que durante mucho tiempo he disentido demasiado con la doctrina psicoanalista. Pese a haber llevado trabajo terapéutico en varias ocasiones desde mi infancia, hasta el momento, en mi humilde opinión personal, no encuentro, salvo las razones similares a las cuales nos llevan a creer en cualquier otro dogma, una fundamentación por demás lógica, para muchas de las enunciaciones y premisas (axiomas tomados como Verdades a priori) más que sofismo filosóficos que deben ser revisados una y otra vez, a través de los anteojos de los tiempos y los contextos, para que no se caiga en la tentación de asumir una postura filosófica como si se tratase de una Verdad universal atemporal.
Sé que la finalidad de este ensayo es discurrir entre dos interrogantes para tratar de integrar los contenidos de cinco discursos. Y la verdad desconozco en sí los por qués. Lejos de parecer prejuicioso, y tratando, los más humanamente posible, de hacer de lado mis prejuicios a las pronunciaciones que a mi parecer a veces me resultan casi pontificales en las cuales se prununciaba Freud. Quisiera dejar en claro que pese a la realización del presente trabajo, sigo manteniéndome en mis posturas originales al respecto.
Me molesta de sobremanera, que pese a que reconoce el trabajo de otros académicos contemporáneos a él en la disciplina. En sus disertaciones (orales y escritas) se deja pasar muy fácilmente sobre constructos sociales y culturales, desdeñando en todo momento a quienes le son ajenos a sus posturas.

Dicho sea esto, comienzo con la actividad requerida.

Según Freud, “las vivencias de la infancia explican la susceptibilidad para posteriores traumas, y sólo descubriendo y haciendo conscientes estas huellas mnémicas/mnesicas, comúnmente olvidadas, conseguimos el poder para eliminar los síntomas”.
                Esta frase, viene a ser uno de los axiomas que forman parte de la semiente del edificio del Psicoanálisis.  Y en la cual se fundamenta casi todo su aparato doctrinario, que con el tiempo y la refinación clínica daría origen al método terapéutico como tal.
Según mencionaba el Freud mismo en los discursos II y III, pronunciados  en  la Clark University, de Massachusetts,  en 1909. Las premisas de Breuer resultaban insuficientes para abordar la Histeria (desorden de conversión). Y creía firmemente que sólo por medio de su tratamiento terapéutico podría llegarse a la resolución de de los conflictos a los cuales a partir del discurso III comienza a referirse como la “enfermedad”.
Ante un grupo de estudiantes, con bombo y platillo Freud anuncia, engalanado de su más pomposa retórica, el descubrimiento de la sexualidad infanti [1]:
“ El niño tiene sus pulsiones y quehaceres sexuales desde el comienzo mismo, los trae consigo al mundo, y desde ahí, a través de un significativo desarrollo, rico en etapas, surge la llamada sexualidad normal del adulto. Ni siquiera es difícil observar las exteriorizaciones de ese quehacer sexual infantil; más bien hace falta un cierto arte para omitirlas o interpretarlas erradamente”.
 Pese a que se ha venido abordando el tema, aunque muy precariamente desde el s. XVI. Además, afirma que junto a la interpretación de los sueños, es en el escenario de la sexualidad infantil, y sus pulsiones castradas [2], en donde se encuentra el germen que, a la razón de las huellas némicas que nutren,  por el mecanismo de la represión,  la reacción ante los traumas de la vida adulta:         
Pues bien, estamos autorizados a calificar de sexuales a todas esas poderosas  mociones de deseo de la infancia”. [3]

Ahora, teniendo como base argumentativa todo lo anterior, y enfocándonos en la sexualidad del niño; se plantea que es durante esas primeras experiencias de contacto corporal, sumamente placenteras para el infante, cargadas de intensidad y complejidad (libido) en las que se da una disociación/escisión ya que el objeto [4] de su deseo es el sí mismo (autoerotismo, Havelock Ellis).

El infante, conforme crece, se apropia de su propia excitación al ser consciente de sus propias zonas erógenas, que le son fuentes de placer: sus genitales, boca, ano, piel, etc.

Esta disociación a la que Freud refiere, es la introspección del placer sexual del infante; tan alejado de los “fines prácticos, ‘normales’ y ‘naturales’ de la reproducción de la especia” (énfasis personales). Presciendiendo del “objeto” ajeno. Hasta que poco a poco exterioriza su foco de atención y satisfacción erótica extroyectandola a situaciones y personas según continúa creciendo y desarrollándose. Es decir, se identifica a alguna actividad placentera o con alguna persona.

Todo lo anterior explica la sexualidad del infante, vista desde los plomizos t embotellados lentes de Freud.  Sin embargo no nos explican por sí mismo, el síntoma de la patología posterior. La causa, según él, se encuentra en la no resolución de estas etapas. Lo que según él, conducen a la neurosis (por represión) o a la perversión (al no ser reprimidas, sino por el contrario). Teniendo en la época de la adolescencia/pubescencia el escenario en el cual se agudiza las castración/censura represiva:

Pero no a todos los componentes pulsionales originarios se les permite participar en  esta conformación definitiva de la vida sexual. Aún antes de la pubertad se imponen, bajo el influjo de la educación, represiones en extremo enérgicas de ciertas pulsiones, y se establecen poderes anímicos, como la vergüenza, el asco, la moral, que las mantienen a modo de unos guardianes. Cuando luego, en la pubertad, sobreviene la marea de la necesidad sexual, halla en esas formaciones anímicas reactivas o de resistencia unos diques que le prescriben su discurrir por los caminos llamados normales y le imposibilitan reanimar las pulsiones sometidas a la represión”.

Continuando en esta índole, inicia el quinto y último discurso. Afirmando que en todos los procesos que son parte del desarrollo, “se encuentran los gérmenes de la predisposición patológica”. Solo qué, según él, aquellos que son más funcionales, las mantienen sólo en su estado latente, mientras que el “enfermo” es en quienes esa predisposición emerge, ya sea por las experiencias previas, o por otro tipo de “anormalidades” o tendencias, también patológicas según esto, de “regresión” (infantilismo). Conduciendo, como mencionaba ya en párrafos anteriores, a la perversión,  en sustitución de la “meta sexual normal” por otra.

La predisposición a las neurosis deriva de diverso modo de un deterioro en el desarrollo sexual. Las neurosis son a las perversiones como lo negativo a lo positivo: en ellas se rastrean, como portadores de los complejos y formadores de síntoma, los mismos componentes pulsionales que en las perversiones, pero producen sus efectos desde lo inconsciente; por tanto, han experimentado una represión, pero, desafiándola, pudieron afirmarse en lo inconscienteEl psicoanálisis nos permite discernir que una exteriorización hiper-intensa de estas pulsiones en épocas muy tempranas lleva a una suerte de fijación parcial que en lo sucesivo constituye un punto débil dentro de la ensambladura de la función sexual. Sí el ejercicio de la función sexual normal en la madurez tropieza con obstáculos, se abrirán brechas en la represión {esfuerzo de desalojo y suplantación} de esa época de desarrollo justamente por los lugares en que ocurrieron las fijaciones infantiles.
“ …  La huida desde la realidad insatisfactoria a lo que nosotros llamamos enfermedad a causa de su nocividad biológica, pero que nunca deja de aportar al enfermo una ganancia inmediata de placer, se consuma por la vía de la involución (regresión), el regreso a fases anteriores de la vida sexual que en su momento no carecieron de satisfacción. Esta regresión es al parecer doble: temporal, pues la libido, la necesidad erótica, retrocede a estadios de desarrollo anteriores en el tiempo, y formal, pues para exteriorizar esa necesidad se emplean los medios originarios y primitivos de expresión psíquica, Ahora bien, ambas clases de regresión apuntan a la infancia y se conjugan para producir un estado infantil de la vida sexual”.

La reconducción consciente de las represiones inconscientes.
El asunto sobre los “descubrimientos” de Freud, no quedan meramente en los postulados. Él, pese a todo, se esfuerza por ofrecer un método aplicable y replicable. El cual obviamente tenga como finalidad la resolución de esos conflictos.
                Propone que estas conductas patológicas se explican, a nivel operativo, en el adulto, como una aversión/fuga de la realidad apremiante. Una resistencia hacia el mundo exterior.
                Sin embargo, el proceso terapéutico, que tiene como finalidad hacer consciente lo inconsciente. Su premisa es que por medio de esto, es que estas fantasías inconscientes pierden fuerza cuando se las reconoce. Ya que al ser visibles y tangibles, se pierden posibilidades de enajenarse en ellas.
                Otro es el caso de quien tiene algún talento artístico, quien puede desfogar estas pulsiones libidinosas, puede sublimar estas tendencias de manera creativa por medio de la aplicación de su talento, en un fin que se considera social y culturalmente muy edificante.
                Y finalmente, resta el recurso psicoanalítico, con la finalidad de encausar esas energías libidinosas a su cauce “normal”  en la satisfacción “natural” de manera directa en la vida.

Fuente: Cinco conferencias sobre psicoanálisis. (1910 [1909]). Über Psychoanalyse.
Referencias:
1.     Pese a que la literatura reporta que se vienen realizando observaciones más o menos  serias; y por serias entiéndase por documentadas, controladas y hasta un cierto punto controladas (es decir, aplicándose algunos de los rudimentos que posteriormente daría origen a la razón de la metodología científica) desde la época del Emperador Maximiliano II de Austria.
2.       “... mociones de deseo en la infancia…”
3.       The emotion of sex-love; A Preliminary Study of the Emotion of Love between the Sexes.  Stanford Bell.
4.       Me conflictúa horriblemente mencionar la palabra objeto. Más bien creo que sería el sujeto de placer, puesto que se trata de uno mismo. Y aún teniendo en cuenta que lo refiere como objeto/objetivo.

miércoles, 24 de abril de 2013

Sobre el Desorden por Conversión Histérica.


El desorden por conversión, es el nombre con el cual ahora se conoce lo que Fred, durante sus disertaciones en EE.UU., recogidad en el documento “Cinco conferencias sobre psicoanálisis”, denominaría conversión histérica.
                Este desorden está caracterizado por episodios disociativos recurrentes, durante los cuales, quien los padece, pierde conciencia de la voluntad y del sí [ 1]. La mayoría de las veces se encuentra acompañada de sintomatología somatomorfa, la cual no se explica por medio de una valoración bio-médica [2]. Es decir; que el individuo pierde alguna o algunas de sus capacidades motoras sin razón orgánica aparente o dicho en otras palabras “sin explicación alguna”. Como en el caso de la paciente de Breuer, que quedaba paralizada de sus extremidades diestras, y la repentina pérdida de la capacidad de beber.
                En la época y contexto en el que Don Freud pronuncia su discurso, podemos entender que conceptualiza , y es bien importante señalar que así se explica en ese entonces dicho trastorno,  que:  “ … la conversión histérica exagera esa parte del decurso de un proceso anímico investido de afecto; corresponde a una expresión mucho más intensa, guiada por nuevas vías, de la emoción”.
                Sin embargo, conforme se desarrolla el discurso, comienza a definir particularidades de este desorden, afirmado que cuando el cauce de las emociones se quiebra en dos canales, “una corriente congestionará el cuse, produciendo la congerstión de uno de ellos” [traducido libremente; el énfasis es mío]. Ahora bien; dado que en cualquier individuo son posibles diversos estados anímicos; cabe señalar que en el caso de la conversión histérica, estos procesos guardan tal idependencia el uno del otro, que cada uno logra hegemonizar la voluntad (imponiéndose y atrayendo la conciencia), impostándose uno en el otro: “doble conciencia”. Cabe destacar que en cada episodio, no se recuerda nada del “otro”.
Cuando, dada esa escisión de la personalidad, la conciencia permanece ligada de manera constante a uno de esos dos estados, se lo llama el estado anímico conciente, e inconciente al divorciado de él”.
Breuer, refería a estos estados alterados, los de los síntomas histéricos, como hipnoides. Ya que se los explicaba como “exitaciones patógenas” en las cuales el individuo no puede encontrar la canalización normal de sus emociones, y por tanto las somatiza:
De estos nace entonces un insólito producto: el síntoma, justamente; y este se eleva y penetra como un cuerpo extraño en el estado normal, al que le falta, en cambio, toda noticia sobre la situación patógena hipnoide. Donde existe un síntoma, se encuentra también una amnesia, una laguna del recuerdo; y el llenado de esa laguna conlleva la cancelación de las condiciones generadoras del síntoma”.
Sin embargo; pese al cuadro propuesto por Breuer, y al marco etiológico que él propone para explicar a los estados hipnoides; Freud desecha la propuesta afirmando que tal demostró ser superflua e imprecisa y que por esto fue puesta en desuso por el psicoanálisis:
“Habrán recibido ustedes, sin duda, la justificada impresión de que las investigaciones de Breuer sólo pudieron ofrecerles una teoría harto incompleta y un esclarecimiento insatisfactorio de los fenómenos observados; pero las teorías no caen del cielo, y con mayor justificación todavía deberán ustedes desconfiar si alguien les ofrece ya desde el comienzo de sus observaciones una teoría redonda y sin lagunas. Es que esta última sólo podría ser hija de la especulación y no el fruto de una explotación de los hechos sin supuestos previos”.

Fente: Cinco conferencias sobre psicoanálisis. (1910 [1909]). Über Psychoanalyse.
Bibliografía:
1.       Somatización y Trastorno Conversivo: Clínica, fisiopatología, evaluación y tratamiento.  Gaedicke Hornung Andrés;    González-Hernández Jorge.    Revista Memoriza.com 2010; ISSN 0718-72036:1-14.  
2.       REVISTA VITA (Escrito por Webmaster Viernes, 30 de septiembre de 2011  18:14). Revisado el día 24 de abril del 2013.
http://www.revistavitard.com/categoryblog/251-ique-es-el-trastorno-de-conversion.html

viernes, 22 de marzo de 2013

La Autoestima.


Tomado de Mejora Emocional.

La autoestima es una percepción subjetiva sobre el valor que tenemos en la vida (que incluye nuestra manera de ser, nuestro cuerpo, nuestro merecimiento de cosas buenas y malas, entre otras cosas). Esta percepción es de suma importancia, ya que basamos nuestras conductas en el grado de autoestima que tengamos.
También es lo que perciben las demás personas de nosotros y por ende, nos tratan en consecuencia.
Por esto, la autoestima influye en nuestras decisiones. Se habla mucho de tener “la autoestima por el suelo” o bien alta. Quien dice, por ejemplo, que no se separaría de su pareja, porque “quién me va a querer” o “dónde voy a encontrar a alguien para mí” está basando su decisión de continuar la relación con esta persona en una autoestima baja – nada bueno puede resultar de una percepción semejante. Asimismo, la gente con baja autoestima suele ver el vaso “medio vacío”, piensa que no hay soluciones favorables (¡son solo para los demás!) y cree que lo mejor nunca sucede – si este es tu esquema mental, buscarás validarlo en el afuera.
La buena noticia es que la autoestima se aprende y se puede mejorar. La que tenemos de pequeños es la inculcada o copiada de nuestros padres y mayores, y también la que sumamos con nuestra experiencia. De ahora en más, puedes tener la autoestima que desees: es tu responsabilidad.
¿Cómo aumentar tu autoestima? Cambiando las creencias que te limitan. Primero, prueba hacerlo de manera consciente, o sea que cada vez que te dices algo que te tira “para abajo”, neutralízalo con pensamientos positivos… con el tiempo, se transformará en algo automático. También, evita las generalizaciones.  Si tienes la tendencia a hacerlo, deja que entre una pequeña luz en lo que piensas, cambiando “siempre” o “todo” por “algunas veces”. Dedica unos días a cambiar estos pensamientos y verás tu autoestima elevarse a niveles impensados.
ALGUNOS EJEMPLOS:
En vez de decir “nadie se fija en mí”, di: “alguien puede fijarse”.
Cambia “no hay trabajo” por “algunas personas encuentran trabajo y yo puedo ser una de ellas”.
“No valgo nada” por “valgo mucho para algunas personas”
“Siempre hago todo mal” por “algunas veces las cosas me salen bien y otras no, como a todos”
“No soy bueno poniendo límites” por “cada día mejoro los límites que pongo”
“No soy inteligente” por “Soy inteligente para varias cosas”
¿Qué frase relacionada con tu autoestima mejorarás hoy?

http://www.mejoraemocional.com/general/la-autoestima/

Cambia de color ¡y mejora tu vida!


Artículo publicado por Merlina Meiler.


[Honestamente, esto es algo que nunca he visto que funcione, pero intentarlos no nos perjudica en nada].


Suele decirse que para modificar una situación problemática, hay que mirarla desde otro punto de vista. Esto es real, pero, ¿qué se puede hacer cuando estamos tan metidos dentro del problema, que nos cuesta mucho salirnos de nuestra posición subjetiva para observar lo que sucede, desde afuera? Te propongo algo bien simple, que da un resultado espectacular: un cambio de color.
Te explico brevemente de qué se trata: las submodalidades son los matices que tienen las cosas que vivimos. Pueden ser visuales (colores, formas), auditivos (sonidos) o sensoriales (sentimientos). Al modificar estos matices, cambia la representación interna de las cosas. Esto quiere decir que, por ejemplo, si un recuerdo te perturba, al cambiar tu representación interna, modificarás tu relación con ese recuerdo, ¡y dejará de molestarte!
¡Manos a la obra! Quiero que, en este momento, pienses en eso que tanto te molesta o te duele. Esa situación que se abre paso solita en tu mente, y no sabes qué hacer ni cómo comportarte. Quiero que, por última vez, la rememores tal cual es, con todos los detalles que puedas, durante un par de minutos. Fíjate si tiene sonidos asociados, voces, perfumes, sensaciones. Todo lo que aparezca, estará bien.
Ahora, mientras respiras tranquilamente en este lugar seguro donde estás leyendo este artículo, quiero que veas cómo esta situación empieza a perder color. Los bordes se van desdibujando, paulatinamente, el brillo se va apagando más y más, las formas se entremezclan, todo se va tornando blanco y negro, predomina el gris, y además, el sonido se va apagando hasta quedar totalmente callado.
Tómate el tiempo que necesites para hacer esto: es una inversión en tu calidad de vida.
Cuando visualices la escena en gris, ve sacándole el color hasta que quede en blanco, lo más posible. Con serenidad. Ahora, sobre lo poco que quede de la imagen anterior, imagina algo lindo que deseas que pase, con colores hermosos, formas nítidas, sonidos bellos, una sensación de felicidad interna, mientras respiras pausadamente. Quédate disfrutando de esta nueva imagen, ampliada, todo el tiempo que desees.
Espero que me escribas y me cuentes cómo te va hoy, mañana y en los días siguientes, con respecto a la situación modificada. ¡Este ejercicio da resultados maravillosos!