miércoles, 21 de diciembre de 2011

El que se agüita, ¡pierde!

(Ecología mental-emocional).



Últimamente he estado reflexionando sobre aquellas cosas que me molestan de las personas que me rodean; padres, hermanos, amigos, pareja, y demás. Y lo único que he sacado en conclusión, es que es algo muy tonto, quizás ingenuo, molestarse o enfadarse por las cosas que los demás hacen —Aún cuando creamos que estas actitudes pueden afectarnos— y digo esto porque el que nos afecten o no, dependen de nosotros mismos.

_ Durante una semana, he estado reflexionando sobre aquellas cosas que me disgustan de mi pareja, y siendo lo más honesto que puedo ser, creo que en conclusión, se reducen a aquellas actitudes en las cuales siento que no se me dan la suficiente atención (a veces creo que pecando de ególatra).

_ Recuerdo que una vez, un terapeuta, que también es clérigo ortodoxo, me dijo (refiriéndose a mis padres): “Mire, está bien que usted se sienta mal ante tal o cual situación, pero sabe qué; sus padres son adultos, están formados, y le aseguro que por nada del mundo van a cambiar sus formas de ser. Todo mundo actúa como actúa, porque cree que está haciendo lo correcto, y casi todo el mundo cree tener buenas intenciones”.


_ ¡Wow! Creo que eso era lo que realmente necesitaba escuchar, en vez de un consejo de “mire usted, hágale así o asado” o de una frasecita de consuelo y apapacho.

_ Creo que esa frase ha sido una de las determinantes en mi vida, y con el tiempo comprendí las enormes ventajas de cultivar una salud (e higiene) mental y emocional, basándome en este,y otros principios similares.

_ Otra frase muy esclarecedora, con respecto a la salud mental y las relaciones humanas, se la leí al doctor Luis Jorge Gonzáles (también teólogo y psicólogo transpersonal) en un texto en el cual se refería a las personas “autoactualizadas” (maduras emocionalmente) y dice más o menos así, refiriéndose a la forma de pensamiento de una persona madura emocionalmente:

‹‹Cuando hablas como una niña, siendo un adulto, experimento rabia. Pero tú no me haces enojar. Es así como yo decido reaccionar ante este tipo de comportamiento. Tú puedes seguir hablando como prefieras. Sólo te digo lo que siento para desahogarme y quedarme tranquilo. Percibo que algo quieres manifestar cuando adoptas ese estilo infantil de expresarte.››
[1].


_ ¡Voilá!, cuántos malos entendidos, y enojos, no nos ahorraríamos si de un principio, asumiéramos nuestra responsabilidad al momento de manifestar emociones y pensamientos negativos. La persona que nos irrita, anda muy feliz por la vida, ingenuos, y a veces tontos, nosotros que tenemos la fijación de molestarnos ante tal o cual conducta de esta.



Recuerdo que en la Normal Superior, tenía una amiga muy simpática y de gran carisma: Margarita (Maggy). Recuerdo que Maggy siempre se la pasaba repitiendo una frase muy chistosa, casi a manera de mantra “El que se agüita (molesta/enoja) pierde”. Y es verdad. Mucho tempo después descubrí que esa frasecita que a muchos les parecía bobalicona, es en realidad muy cierta.

_ Imaginemos de pronto, que la vida es un campo de batallas individuales. En algunos momentos tendremos gente tanto positiva, como adversa a nuestro alrededor. Si asumimos entonces la vida como un juego, o un más bien, como una especie de reto, en el cual el mantenerse alegres fuera sinónimo de ir ganando; y enojarse significara derrota, entonces creo que cambiaría en mucho nuestro panorama mental-emocional y tendríamos una vida más ligera, menos agobiante, y libre de estrés (al menos en lo que a la convivencia humana se refiere).

_ En su libro “La Curación Instantánea”, el doctor en psicología Serge Kahili King, menciona una anécdota curiosa en la que asistió a la conferencia de un joven francés, quien decía que el mejor remedio para la tristeza/depresión, el estrés, el mal humor, el agotamiento, etc., era tratar de mantenerse siempre felices. Cuenta que la gente se sintió muy decepcionada de la charla, la cual incluyo una sesión de preguntas y respuestas, a las cuales este joven siempre respondía como solución a todo mal “sé feliz”. Que si tienes deudas; sé feliz. Que si el marido te dejó; él se lo pierde, tú sé feliz. Y respuestas de ese estilo. Cuando la gente comenzó a abandonar el lugar, Serge Kahili se acercó a preguntarle a este muchacho el por qué de la simplicidad de su conferencia. A lo que el le respondió que el enojarnos, el deprimirnos, estresarnos y demás, repercute directamente en nuestro organismo, y esto empeora cuando la gente da rienda suelta a sus sentimientos de ira o enojo, y cuando permite dejarse vencer por la depresión y la apatía [2].

_ Al final resultó no ser tan simple (aparentemente) la propuesta que divulgaba este muchacho. Con esta razón concuerdan incluso las viejas escuelas de la psicología (considerada clásica) conductismo y psicoanálisis; que toda construcción mental tiene una correspondencia somática (en el cuerpo / orgánico / a nivel fisiológico) y ni qué decir de las propuestas de la psicología humanística de desarrollo humano, y la transpersonal.

_ En resumidas cuentas, muchas de las cosas que nos molestan de los demás, no son sino berrinches y exabruptos que llega a tener las partes más inconscientes de nuestro ego. Esto la mayoría de la veces, pero si lo que te molesta de tu marido es que te golpea, entonces bien, por sentido común, mejor retírate de esa relación que sí efectivamente es destructiva. O si el compañero de trabajo te molesta y te boicotea a propósito y con toda la intención de dañarte, pues no te quedes esperando y actúa.



Lo que yo en esta ocasión les invito es a reflexionar en aquellas pequeñas cosas que nos resultan molestas, y a veces insoportables de los demás. Cosas que no están en nuestro alcance remediar, que permitimos que nos molesten, nos amargamos la vida, y entonces vamos por ahí contaminando nuestro entorno con nuestro enojo, pesadez, malas vibras y pensamientos destructivos. Y todo por una tontería.

Porque el marido dejó la tapa del escusado abierta.

Porque mi hermana (que de por sí es medio cabeza de chorlito, y estoy consciente de ello) olvidó llamarme por teléfono, recordarme algo importante, darme un recado, o mi fecha de cumpleaños.

Porque mi sobrino mastica con la boca abierta.

Porque el motor del carro suena como matraca.

Porque alguien más histérico que yo, me mentó la madre en un crucero y no se la pude devolver.

Porque no encuentro un lugar en el estacionamiento.

Porque el hijo (que de por sí es un poquito lento en eso de los asuntos de aprendizaje, y soy consciente de ello) no saca más que calificaciones bajas.

Porque tal persona, sin razón válida ni lógica, nos cae mal, y nos amargó la vida si nos la encontramos en el supermercado, autobús, etc…

Porque mi compañera de trabajo habla como merolico sin poderse controlar, y ahí voy yo de masoquista a saludarla todas las mañanas.

Y en fin, puedo seguir el listado con frases como esta. Pero lo peor de este asunto, no es sólo que ya dejé que alguien “me hiciera perder en este juego de la vida” permitiendo que su presencia o algunas de sus actitudes me enojen. Sino que encima de todo esto, ya enojado o molesto hasta la médula, me dedico a ir por la vida reproduciendo este esquema de enojo, echando pestes por todo, regañando al hijo por una nimiedad, o riñendo con las esposa al llegar al trabajo, o simplemente dejando por cualquier lugar a donde vamos, un rastro de mala vibra, crítica destructiva, y una espesa nube negra de contaminación mental-emocional.



Así que recuerden siempre y en todo momento:


El que se agüita, ¡pierde!.





Para terminar les dejo esta hermosa oración del máximo expositor de la Terapia Gestalt
(por mi parte creo que sería simpático reemplazar los votos tradicionales de las bodas, con esta frase que expresa actitudes muy inteligentes y sanas):


“Yo hago mis cosas y tú haces las tuyas.
Yo no estoy en este mundo para realizar tus ex-
pectativas, y tú no estás en este mundo para
realizar las mías.
___ Tú eres tú y yo soy yo.
___ Y si por casualidad nos encontramos,
___ es bello.
___ Si no, ni remedio.

_____________________ F.S. Perls (Gestalt).

Bendiciones, éxitos, y feliz año.




Daniel Fragoso,

Psicólogo Transpersonal,
Consejero/Educador Sexólogo.






1. Terapia: Plenitud Personal; Luis Jorge González; Editorial FONT. Roma, 1986.
2. La Curación Instantánea; Serge Kahili King; Editorial SIRIO; año 2000.

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