jueves, 29 de diciembre de 2011

Prenupciales psicológicos.



Considerando el tiempo en el que me dedicaba de lleno al ministerio, y que me desenvolvía como consejero espiritual, más el tiempo que llevo como terapeuta transpersonal, he notado una causa recurrente que empuja a los clientes [1] (o mejor dicho a las clientas) a acudir a mis asesorías.

Casi todas mis consultantes [1], por decir su totalidad, son mujeres que se encuentra en un rango de edad de entre los treintas a los cuarentas. Todas, dentro de su historia de vida [2] desarrollan problemáticas de pareja el cual es el factor, determinante o a veces coadyuvante, que las impulsa a buscar ayuda con la Terapia Transpersonal, cuando otras corrientes de la psicología no les han resultado satisfactorias.

En el primer lugar de los casos, como es de adivinarse, tenemos el alcoholismo como causante de la disfunción familiar. En la mayoría de los casos es el conyugue varón el que la padece. En el segundo de los casos, hay incompatibilidad de caracteres entre los conyugues; los cuales salen a relucir hasta después de un promedio de diez años de matrimonio y por lo menos dos hijos en edad de escuela.

Antes de comenzar el día, me gusta analizar un poco algunos patrones de la conducta humana, tanto colectivos como los de consulta. También, tal como lo proponen diversas corrientes orientales (zen y budismo chino principalmente) soy muy dado a la auto-observación y a la autoanálisis. Esto me da la suficiente claridad mental para recurrir a ideas creativas que se transformen en propuestas que ayuden a las personas en su búsqueda por la salud (e higiene) mental y emocional que andan buscando.

Sin embargo, toda esta semana, de relativa calma y descanso, una idea ha andado revoloteando indomablemente por mi cabeza, y creo que necesita salir y transformarse en propuesta.
En la segunda mitad del año, en la Asamblea del Distrito Federar, surgió una propuesta que me pareció bastante interesante (no por ello muy madura). Esta sugería promover un contrato matrimonial vigente por dos años, con opción a renovarse.

Si tratamos de ser honestos. Tiene sus ventajas. La mayoría de los que tenemos un abominable pavor subconsciente al compromiso, a los pocos días de irnos a vivir con la pareja ya sentimos los pasos de la muerte, porque nadie podrá decir lo contrario; lo más difícil es el proceso de adaptación a la pareja. A riesgo de errarle y de sonar muy poco científico, por no conocer los datos estadísticos. Puedo aventurarme a afirmar, que son las dificultades en los procesos de adaptación los que hacen que una pareja solicite el divorcio e el primer año de matrimonio.

¿Oiga, y a qué cree usted que se deba esto? Me preguntaban el otro día en una plática de café.
¡Fácil señorita! La mayoría de nosotros provenimos de hogares con figuras paternales moralmente débiles. Muchos otros tantos, fueron padres de hijos de adolescentes que legaron la responsabilidad de los hijos a sus padres, y otro grupo, ya no tan numeroso, fueron hijo de padres económicamente pudientes, pero incapaces psicológicamente de afrontar los retos de la educación de los hijos. ¿Qué tenemos como resultado? ¡Jóvenes, que desde niños, que están acostumbrados a salirse siempre con la suya! Y de ahí, que adaptar sus necesidades, su ego, y su discurso interno, a las necesidades, el ego, y el discurso interno del otro, suele ser bastante complicado; difícil: duro. Porque eso es algo que no conocen.

Pero, en fin. No estábamos hablando de las disfuncionalidades de las parejas jóvenes, sino más bien de las medianamente añosas.


Cuando comenzaros los debates en la Asamblea del DF, los chismes, y los dimes y diretes de todos los que quisieron meter su cuchara y hacerse oír respecto a esto que los grupos sociales conservadores sintieron como “una ofensa a las instituciones familiares”… ¿Cuál es la palabra que utilizan para calificar peyorativamente cada propuesta oportuna que se hace en beneficio y progreso de la sociedad? ¡Ah, sí! Lo calificaron de abominación y contranatura.
Después de todo esto se analizo que fuera por un periodo no de dos, sino mejor de cinco años. Después propusieron que mejor cada pareja planteara la duración. Y demás propuestas por el estilo.

Para ser honestos, la verdad ni supe en qué acabó todo esto. Pero como de costumbre, como cada buena idea que proponen. Las huestes del oscurantismo no tardan en aplastarlas.


Hace unos días pasé frente al lugar en el cual hace cosa de seis o siete años, me hice los exámenes prenupciales reglamentarios que exige la oficina del Registro Civil.
También durante el último mes he estado actualizando mucho sobre la dinámica de las relaciones de pareja; y durante la última semana me dedique a elaborar el perfil de una.

Todo esto, creo que me han llevado a analizar a fondo las problemáticas que viven las parejas en la actualidad. Es muy triste ver que muchas parejas se enamoran, se casan, crecen y demás; y después de un tiempo, comienzan las dificultades, las cuales permiten crecer hasta el grado de llegar a destruirse.


Hay un autor muy bueno, el cual es uno de mis favoritos por la manera en la cual maneja la información y por las analogías que él hace para explicar los temas, aunque con mucha tristeza les digo que su enfoque no es transpersonal, sino clínico; Dr. Albert J Bernstein. El Dr. Bernstein usa un término para referirse a las personas que están atravesando por un proceso de “adaptación” a otro u a otros, y en el transcurso llegan a olvidar, quienes son, como se llaman, para dónde van, y sus expectativas de vida. Él la llama hipnosis del vampiro emocional externo. Yo por mi parte la llamo autoengaño.

Lamentablemente, muchas de las personas que inician una relación de pareja LITERALMENTE dejan de percibir los defectos de ésta. Simple y sencillamente no están; no existen. El problema es que cuando pasa este “trance hipnótico” suele ser bastante tarde, y la pareja ya esta casada, endeudada con algún crédito, y con uno o dos hijos
[Aquí me gustaría señalar que algunos investigadores científicos proponen la existencia de un “enamoramiento químico” basado en la correspondencia hormonal que hay entre los miembros de la pareja. Este “enamoramiento químico” suele durar un promedio de 3 a 4 años].

Cuando la persona sale del “trance” y ve la realidad, la cual por cierto es muy distinta a la realidad que vivía antes de que el trance comenzara. El impacto emocional suele ser bastante duro.

¿Se imaginan qué divertido sería que Alicia al momento de salir del País de las Maravillas estuviera vieja, gorda, malhumorada y llena de hijos?

Con esto no quiero decir que sea una norma que se aplique a todos los casos. Muchas veces al salir del trance, es para darnos cuenta de que hemos sido bastante afortunados, y encontrar a nuestro lado a una persona buena, honesta y con valores. Y entonces no tener más nada que decir, sin sentirnos afortunados.
¿Pero que hacer para no correr con tan mala suerte?


Si usted mi amable lector o lectora ha llegado hasta aquí, quizá se esté preguntando que tienen que ver todas las divagaciones anteriores con el tema del encabezado.

Desconozco cuál era la finalidad original de los exámenes prenupciales de sangre. Me imagino que eran para que la pareja no tuviera problemas después a causa de esto.

Yo me pregunto entonces ¿Por qué no hacer exámenes psicológicos prenupciales, y evitarse así tanta problemática de pareja, e incluso tanto divorcio?



Espero que sigan pasando un bonito periodo vacacional, descansando a lado de sus seres queridos.

Felices Fiestas.

Terapeuta,
Daniel Fragoso.



1. A diferencia de la psicología clásica, los consultantes no se consideran "pacientes".
2. Al ser parte de un enfoque holístico e integral, se considera la totalidad de la experiencia de vida de la persona y no sólo un record clínico.

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